phone:
e-mail:

domingo, 2 de marzo de 2014

EL TATUAJE, ALGO MÁS QUE UNA MARCA EN LA PIEL


EL TATUAJE, ALGO MÁS QUE UNA MARCA EN LA PIEL

La costumbre de marcarse la piel es muy antigua: se sabe que el hombre de Cro-magnon ya se tatuaba en el Neolítico. Hoy solo nos queda el sentido ornamental de una costumbre ancestral 



HISTORIA 
La antigüedad del tatuaje es imposible de determinar con exactitud, pues se halla presente desde la más remota antigüedad. Tampoco se conoce el origen de la palabra “tatuaje” aunque se cree que procede de la polinésica “ta”, que significa golpear. Lo que sí se sabe es que el hombre de Cro-Magnon ya se tatuaba en el Neolítico, así como posteriormente los hombres del Cuaternario Superior. Estas pruebas nos las proporcionan las momias tatuadas encontradas en Egipto, Libia, Perú o China. En 1991 se encontró un hombre congelado en la montaña entre Austria e Italia que presentaba una serie de tatuajes en su cuerpo con una antigüedad de 5.000 años. 







En el antiguo Egipto se han encontrado, en la piel de las momias, tatuajes rituales, como los que se encuentran en las sacerdotisas de la diosa Hathor, formados por tres filas rayadas en el bajo vientre. El tatuaje también se utilizaba para marcar a los criminales y a los cautivos en general, como demuestran las momias halladas en la necrópolis de Tebas, aunque al parecer el primero en utilizarlo con esta finalidad fue Yahvé, cuando marcó a Caín para que nadie lo matara (Génesis 4, 15). En la antigua Grecia el tatuaje era utilizado por las clases noble y sacerdotal, aunque con el tiempo acabó utilizándose para marcar a delincuentes y esclavos. 





Pero no solamente Dios tiene su marca, al parecer también la tiene su contraparte, el Diablo; es el Sigillum Diabolli, que el Príncipe de la Tinieblas utilizaba para sellar los pactos con él concertados. Dicha marca no siempre era igual: a veces tiene la forma de una liebre, el pie de un sapo, una araña o un lirón. La marca es impresa en la piel mediante incisiones con afiladas uñas y por lo general en las partes más escondidas del cuerpo (bajo los párpados, bajo la axila, en los labios, en el hombro, en el ano, sobre los pechos o en los genitales). Y los oficiales de las SS en la Alemania de Hitler eran tatuados en la axila con sus iniciales y su grupo sanguíneo, a fin de darles prioridad en los hospitales. 





Aún hoy en día se cree que el tatuaje es producto de la rebeldía de la juventud de hace unas cuantas décadas o de gente marginal. Esta forma de pensamiento es producto de la ignorancia y de la prohibición de su uso. El responsable de esta censura fue el emperador romano Constantino, el primer emperador convertido al cristianismo, que nos privó del conocimiento del tatuaje durante unos cuantos siglos. El Cristianismo estaba en contra del tatuaje, dado que si el hombre fue creado a imagen de Dios, era pecado alterar dicha obra. Varios pasajes de la Biblia son tajantes al respecto; en el Levítico Yavhé prescribe: “no os haréis incisiones en vuestra carne por un muerto, ni imprimiréis en ella figura alguna” (19,28). 






En Japón ocurrió algo parecido, pues el emperador Matsuhito en 1842 prohibió los tatuajes porque contradecían las enseñanzas de Confucio, que defendía que hay que mantener el cuerpo de la misma forma en que se recibe al nacer. A partir de entonces el tatuaje es proscrito y solamente sigue siendo utilizado por los yacuza, la mafia japonesa que de esta forma se reafirma en su condición de ilegal de por vida.

El arte del tatuaje fue redescubierto para Occidente en el siglo XVIII, cuando exploradores, aventureros y navegantes como el capitán James Cook viajaron por los mares del Sur y los marineros comenzaron a lucir vistosos tatuajes. Ellos fueron los primeros que aprendieron el arte de los tatuadores polinesios.





EL TATUAJE Y SU SENTIDO MÍSTICO
Para el hombre de la Antigüedad el tatuaje en sus distintas técnicas (punción, sutura, cicatriz por corte o quemadura, pseudotatuaje o pintura) adquiere sus tres sentidos más importantes: el sacrificial, el místico y el mágico.
Uno de los pocos vestigios que quedan del origen divino del tatuaje es en la mitología de Micronesia, en las Carolinas centrales, donde el dios Lugeilan bajó del cielo para traer a los hombres las primeras enseñanzas: el arte del tatuaje, cuyos motivos varían según las islas, habría sido ofrecido por Lugeilan a los hombres como medio para asegurarse la inmortalidad, pues tenían la creencia de que si morían sin tatuar una bruja les esperaba para comerles los ojos.

Como muchas cosas de nuestra vida cotidiana, que hoy nos parecen tan normales y de uso corriente, o como diría Mircea Eliade, de carácter “profano”, el tatuaje tuvo un origen “sagrado”, y posiblemente era utilizado en los Misterios Iniciáticos. Según se cuenta de Egipto, a los discípulos en los Colegios Sacerdotales se les grababa a fuego en el hombro izquierdo con unas tenazas especiales que marcaban por delante y por detrás el símbolo de la serpiente Oreus que les volvía inmunes a todo ataque.

Un ritual parecido realizaban en China los monjes Shao-Lin, que al final de su iniciación y como última prueba antes de convertirse en Maestros tenían que coger con los antebrazos un brasero al rojo vivo que les grababa un dragón, símbolo de la sabiduría, al igual que la serpiente, y un tigre, símbolo de fuerza y nobleza. Algo parecido les ocurría a los neófitos iniciados en los Misterios de Mitra y Cibeles, marcados con hierros al rojo vivo. Estas marcas a fuego dejaban una impronta imborrable en la piel.






EL TATUAJE Y SU SENTIDO SACRIFICIAL
En el caso de la Iniciación el sentido místico va unido al sacrificial y al mágico. Cualquiera de las técnicas de tatuaje mencionadas representa una operación muy dolorosa y que como todo sacrificio tiende a invertir una situación por la acumulación de las fuerzas de canje. La energía espiritual que se obtiene es proporcional a la importancia de lo perdido-ofrecido.

Pero el sentido sacrificial, con el transcurrir del tiempo, también se transforma en “profano”. La marca a fuego de la Iniciación degenera en el tatuaje, mucho menos doloroso, y éste a su vez en la pintura corporal o en la máscara, donde ya se ha perdido por completo el sentido sacrificial.








EL SENTIDO MÁGICO DEL TATUAJE
El tatuaje constituye por lo general un medio eficaz de protección contra diversos males, desde el aojo hasta la esterilidad. Pueblos de todas las áreas culturales y épocas han practicado esta costumbre con mayor o menor ostentación y arte, combinándola con las pinturas corporales y el adorno.

En este aspecto el tatuaje se identifica con la magia imitativa. Al tatuarse un escorpión se protege contra la picadura del mismo, o al hacerse una serie de cortes en la piel éstos actúan como una especie de vacuna que protegerá en el futuro de nuevas heridas, adquiriendo por tanto un sentido profiláctico. De hecho en el norte de África cada enfermedad se cura con un tatuaje determinado. El secreto se encuentra en las tintas utilizadas, que son mezcladas con ciertas plantas y otros productos fabricando una poderosa medicina que se aplica como si de una inyección de antibióticos se tratara.







Llegados a este punto hemos de decir que el tatuaje, como la pintura, es un amuleto y no un talismán. Un talismán es un objeto “activo” cuya radiación sirve para actuar sobre el entorno en beneficio de quien lo lleva, mientras que el amuleto es un objeto “pasivo” que protege a quien lo lleva contra el entorno. Un posible origen del tatuaje lo encontramos aquí, ya que el miedo a perder el amuleto hizo que fueran grabados en la piel.
Para la sociedad actual el tatuaje ha sido desposeído de casi todos sus significados; ya no le queda nada del sentido mágico, ni del sacrificial (la máquina eléctrica casi no produce dolor y además se aplica anestesia local), y del místico tan sólo su parte más burda, aquella que sirve para diferenciar una pandilla de otra. Sólo nos queda el sentido ornamental o estético; hoy tatuarse está de moda, queda muy fashion llevar un tatuaje aunque sea la degeneración más burda y profana que se puede realizar de un rito ancestral y sagrado del que hoy en día tan sólo queda una marca en la piel. 








FIN